Friday, October 8, 2010

Sorpresa: economista galardonado con Nobel es un geek

Ayer terminé una entrada con un clip del clásico de Mel Brooks Young Frankenstein y hoy el blog de Paul Krugman contiene varias referencias a la película que ilustran su carácter como metalenguaje. Debe ser completamente incomprensible para cualquiera que tenga menos de 30 años. Lo transcribo y traduzco en su totalidad:


Blucher! Neighhhh! 

Oh, dear. Brad DeLong is right: the CBPP transcript (pdf) of Jan Hatzius, Marty Feldstein, and yours truly being gloomy does keep calling Marty “Feldman” instead.  

Someone has a rotten brain! Destiny! Destiny!


http://krugman.blogs.nytimes.com/2010/10/08/blucher-neighhhh/

Traducible del siguiente modo:

¡Blucher! (Relincho)
Qué error. Brad DeLong tiene razón: la transcripción del CBPP (pdf) de Jan Hatzius, Marty Feldstein y yo diciendo cosas lúgubres contiene numerosas referencias a Marty "Feldman".
Alguien tiene un cerebro podrido. ¡Es el destino! ¡Es el destino!

Marty Feldman como Igor.
La película de Brooks contiene muchos chistes que giran alrededor de los nombres. El joven Frankenstein pronuncia su apellido "FrankensTÍN" para distanciarse del infame antepasado que creó el monstruo. Del mismo modo, el descendiente de Igor se hace llamar "AI-gor". Mientras tanto, Frau Blucher --la tenebrosa ama de llaves del castillo ancestral-- es tan espeluznante que sólo mencionar su nombre hace que los caballos relinchen de terror (neigh). Al referirse erróneamente a su colega Feldstein como "Feldman", resalta la referencia inconsciente de la transcripción a la película. El lapsus se debe a que el nombre del ilustre economista de Harvard es muy similar al de Marty Feldman, el comediante que interpreta a Igor, el asistente de laboratorio de Wilder. Y la referencia al "cerebro podrido" es al intercambio en la película en que le explican al monstruo el error de haberle implantado un cerebro anormal.

El lenguaje de las referencias culturales puede ser increíblemente compacto. En apenas 20 palabras, Krugman remite a toda una constelación de significados. Lo curioso es que probablemente dentro de 100 años un mensaje como éste será completamente imposible de decodificar. Excepto quizás para la familia Feldstein.

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